Eduardo Escano, Cabo 2ª de Marinería, Voluntario Especialista Radiotelegrafista del 1969, Destinado en el L-12 “Martín Álvarez”.
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Nuestro Hermano Eduardo Escano, Veterano de la Armada Española, Voluntario Especialista, nos narra una de las muchas experiencias que vivío a lo largo de su extensa estancia en la Marina, y que también le llevaron a pasar por el CIM de San Fernando, Cádiz. Gracias Hermano.
Vamos a conocerle un poco mejor a través de sus propias palabras. . . .
“No soy de ningún reemplazo. Entré en la Armada como voluntario con 15 años de edad en octubre de 1969 y juré Bandera en el CIM San Fernando, junto con los demás voluntarios de esa promoción, en diciembre de ese año con el 6º reemplazo de 1969.
Desde el CIM me enviaron a la ETEA, en Vigo, en enero de 1970 para hacer el curso de Cabo 2ª Especialista Radiotelegrafista, que duraba 1 año.
Salí de la ETEA en diciembre de 1970 y en enero de 1971 me destinaron a la Corbeta F-65, “Villa de Bilbao” y de allí al L-12, “Martín Álvarez”, donde estuve hasta que me licencié en enero de 1973.”
Ahora voy a transcribir la ‘anécdota’ de nuestro Hermano de Armas Eduardo Escano, que me ha contado la historia completa de esta impresionante aventura y, bajo mi punto de vista, ha pasado de ser una simple ‘anécdota’ a ser ‘UNA GRAN HISTORIA MARINERA’ digna de ser conocida, y que narra las peripecias de nuestros Marinos de hace ya 50 años, porque en definitiva, esta Historia forma parte de su vida y Él, al igual que todos los que servimos en la Marina, formamos parte de la Historia de la Armada Española.
Esta ‘GRAN HISTORIA’ ocurrió entre 1971 y 1972, y tal cual Él la narra yo os la transcribo. . . . ¡¡ Disfrutarla !!. . . . La Historia transcurre así. . . .
“No sé si sabéis que además de como Cuartel de Instrucción, el CIM San Fernando se utilizó también para concentrar tripulaciones que posteriormente se enviaban a los Estados Unidos a recoger barcos cedidos a la Armada Española por la USN, al amparo del Acuerdo de Defensa y Asistencia Mutua entre EEUU y España de 1953 (Pactos de Madrid).”

En el verano de 1971 fueron concentrando allí a las tripulaciones de quilla de los Buques de Desembarco L-11, “Velasco” y el L-12, “Martín Álvarez” en preparación del desplazamiento de la tripulación del “Velasco” a Norfolk, Virginia, y de la del “Martín Álvarez” a San Diego, California, para hacernos cargo de los buques y llevarlos a España.
En aquella época yo era Cabo 2º Especialista Radiotelegrafista y provenía de la Corbeta F-65, “Villa de Bilbao”, desde donde me destinaron a la futura tripulación del “Martín Álvarez”.
Nos mantuvieron varias semanas en el CIM de San Fernando mientras se iban completando las tripulaciones y a principios de septiembre nos llevaron a la tripulación del “Martín Álvarez” en autobús a la Base Aeronaval de Rota donde embarcamos en un avión de la Panam que nos trasladaría a nuestro destino.
Cómo ya he comentado, salimos del CIM San Fernando en autocares hasta la Base Aeronaval de Rota una mañana de septiembre de 1971 y desde Rota volamos en un avión de la Panam hasta la Base Aérea de Mcguire, en las afueras de Trenton, New Jersey.
Allí estuvimos sólo unas horas en tránsito hasta embarcar en un avión de transporte del US Military Airlift Command, era un avión de transporte de tropas “Lockheed C-141-A Starlifter” con rampa de carga trasera, que nos llevó desde AFB McGuire hasta Lindbergh Airfield en San Diego, California. El nombre de ese aeropuerto se cambió a “San Diego International Airport” en 2003.
En Lindbergh Field, donde ya era de noche cuando llegamos, nos embarcaron en autocares y nos transportaron a la entonces denominada Estación Naval de San Diego (Naval Station, San Diego, California, nombre que se cambió a Naval Base San Diego en 1994), donde nos alojaron en unos barracones muy bien montados con literas, taquillas, aseos y duchas.”


Durante nuestra estancia en los barracones íbamos todos los días caminando al muelle en el que estaba atracado el Buque de Desembarco “L-12” (entonces denominado “USS Wexford County – LST-1168”) para familiarizarnos con las instalaciones, operativa y mantenimiento del barco, trabajando conjuntamente con la tripulación estadounidense del barco, que se alojaba en el mismo.
Nosotros hacíamos nuestras comidas en el comedor de la base, donde contábamos con un magnífico bufet dónde podíamos comer y beber todo lo que quisiéramos sin limitación alguna con un surtido verdaderamente extraordinario de comida y bebida (menos bebidas alcohólicas).
“Esto me hacía pensar sobre mi abuelo, que había sido prisionero de los norteamericanos en Filipinas durante la guerra entre Estados Unidos y España y solía decir que nunca había comido tan bién como durante la época en que lo tuvieron preso los norteamericanos.
Mi abuelo, después de acabar la guerra hispanoamericana, fue repatriado a Barcelona a bordo del Vapor Correo “Isla de Luzón” el día 23 de marzo de 1900. El barco procedía de Manila, aunque mi abuelo había embarcado en el mismo en Singapur, donde se había quedado durante algún tiempo después de perder un barco anterior que hizo escala allí. A los militares repatriados en ese barco los trasladaron al Depósito para Ultramar para su posterior asignación de destinos.”
“Durante las aproximadamente seis semanas de familiarización salimos a navegar una o dos veces con la tripulación estadounidense para probar los motores y los instrumentos de navegación, llegando incluso a varar el barco en la Isla de Coronado, donde se encuentra la Base Aeronaval de North Island, para probar la rampa de desembarco.”

“Durante nuestra estancia en los barracones de la base no hacíamos guardias y podíamos salir todos los días a San Diego. Durante esa época los mandos organizaron una excursión a Disneylandia en Los Ángeles y algunos de nosotros (yo incluido) cruzamos también la frontera con México hasta la ciudad de Tijuana, aunque ésto lo teníamos estrictamente prohibido ya que en aquella época el gobierno mexicano aún reconocía al gobierno de la Segunda República Española en el exilio como único gobierno español legítimo, por lo que México no mantenía relaciones diplomáticas con España.”

“Curiosamente en esa época nos cambiábamos de paisano (prohibido) y nos íbamos a Tijuana, México (también prohibido) cruzando la frontera sin pasaporte ni nada, volviendo luego a los Estados Unidos también sin pasaporte. Yo cumplí los 18 años de edad durante nuestra estancia en San Diego.
Otra cosa que nos “prohibieron” es que le dijéramos a los marineros norteamericanos cuánto nos pagaba la Armada Española, ya que aparentemente les daba vergüenza que supieran lo poco que ganábamos. Hay que tener en cuenta que en esa época a los reclutas les pagaban 35 pesetas mensuales. Como cabo segundo especialista yo estaría ganando entonces entre 1.500 y 2.000 pesetas mensuales.
Algunos miembros de la tripulación aprovecharon para hacer algo de turismo adicional, viajando desde San Diego a Las Vegas o a San Francisco. Recuerdo que durante ese período tuve la oportunidad de visitar el portaaviones nuclear “USS Kitty Hawk CV-63”, que se encontraba fondeado en la bahía de San Diego.”

“Así estuvimos hasta el día 29 de octubre de 1971, fecha en que tuvo lugar la ceremonia de entrega del barco a España. El barco se encontraba en muy buenas condiciones, generalmente bien mantenido, limpio y, a diferencia de la corbeta en las que había estado destinado anteriormente, sin una sola cucaracha.
Una vez recepcionado el barco nos mudamos de los barracones y empezamos a dormir y hacer nuestras comidas en el barco. Al principio las comidas del barco eran bastante buenas, huevos fritos y bacon para desayunar y filetes para almorzar, pero fueron empeorando gradualmente conforme se iban acabando los suministros que habían dejado los americanos en la despensa del barco cuando se marcharon, hasta que volvimos al típico café con leche o chocolate y pan desayunar.
Una vez entregado el barco tuvimos que empezar a hacer guardias, por lo que ya no podíamos salir todos los días como antes. Durante nuestra estancia en San Diego nos llegó la noticia de que el Consejo de Ministros había determinado nombrar “Martín Álvarez” al Buque de Desembarco “L-12”. Nos quedamos en San Diego hasta principios de diciembre, cuando finalmente nos marchamos rumbo a España.
El regreso con el L-12, “Martín Álvarez” nos llevó seis meses de singladura partiendo desde San Diego, vía Panamá, Colón, Charleston y Las Palmas, para finalizar en el Arsenal de la Carraca, Cádiz.”
Nuestra primera etapa de navegación era San Diego – Panamá, con el objetivo de cruzar el canal y atravesar el Atlántico, por lo que empezamos a navegar por el Pacífico en dirección sur.
Dos o tres días después de salir de San Diego, en plena noche, se pararon los motores del barco y nos quedamos a la deriva, por lo que sonaron la alarma general y todos nos fuimos a montar guardia en nuestros destinos respectivos.
Nos quedamos sin motores y sin energía eléctrica durante varias horas hasta que al final efectuaron reparaciones de emergencia y pudimos continuar navegando despacio hacia el sur, aunque sin aire acondicionado en todo el buque, excepto en los lugares en los que había aparatos electrónicos con riesgo de sobrecalentamiento, como en la sala de radio, por lo que a partir de entonces los radiotelegrafistas solíamos quedarnos a dormir allí detrás de los transmisores, donde estábamos más tranquilos y más fresquitos.”

“Varios días después llegamos a Panamá, donde atracamos en la Naval Station Rodman, (rebautizada Base Naval Vasco Núñez de Balboa en 1999). La base naval está situada en la orilla norte del Canal de Panamá y está situada muy cerca del Puente de las Américas, que cruzábamos para visitar la Ciudad de Panamá, que se encuentra en la orilla sur del Canal.
Allí estuvimos varios días hasta que finalmente cruzamos el Canal de oeste a este. El cruce empezó a primera hora de la mañana y terminó por la tarde, cuando finalmente atracamos en el Puerto de Cristóbal en la ciudad de Colón, situada a orillas del Atlántico en el lado sur del Canal.”

“En Colón nos quedamos varios días mientras reparaban los motores del barco. Recuerdo que pasamos en esa ciudad las Navidades de 1971. Muy a finales de diciembre zarpamos de Colón con destino a Charleston, Carolina del Sur.
Nuestro desvío a Charleston era para “acompañar” al Dragaminas Oceánico M-41 “Guadalete”, que había sido adquirido de la USN por la Armada Española el 17 de julio de 1971 y desde entonces se encontraba en Charleston en reparaciones.
La razón por la que nos enviaron a acompañar al “Guadalete” era que ese barco no tenía la autonomía suficiente como para cruzar el Atlántico de por sí solo, por lo que haciendo la travesía juntos el “Martín Álvarez” podría suministrar combustible al “Guadalete” hasta llegar a Las Palmas.
Por esta razón cruzamos el Mar Caribe de sur a norte, celebrando el Año Nuevo de 1972 durante esa travesía y llegando a Charleston a principios de enero de 1972, donde atracamos en el mismo muelle que el “Guadalete” en la Charleston Naval Shipyard ubicada en el Río Cooper, en North Charleston. Recuerdo que había unos cuantos submarinos nucleares en esa base naval, además de muchas otras unidades de superficie.
A diferencia del calor que pasamos en Panamá, en Charleston hacía bastante frío cuando llegamos, por lo que la cubierta solía amanecer con una capa de hielo encima. Parece ser que el “Guadalete” tenía bastantes problemas de motores, ya que acabamos pasando varias semanas en la ciudad de Charleston (ciudad donde empezó la Guerra Civil Norteamericana). Durante esa estancia volvimos a aprovechar para hacer turismo y viajé, junto con un Cabo Primero Radiotelegrafista, a la ciudad de Savannah, en el estado de Georgia.
Después de varias semanas en Charleston, el “Guadalete” finalizó sus reparaciones y salimos de Charleston con destino a Las Palmas. Ese viaje duró unos ocho o nueve días y durante la travesía repostamos al “Guadalete” sin novedad.
A finales de febrero o principios de marzo llegamos al puerto de Las Palmas, al que el “Martín Álvarez” llegó sin novedad, aunque el “Guadalete” tuvo la mala suerte de colisionar con un pesquero ruso a la entrada del puerto. Ese choque no produjo daños personales, pero sí daños materiales que provocaron que el “Guadalete” tuviera que quedarse en Las Palmas realizando aún más reparaciones, mientras que, después de varios días en Las Palmas, el “Martín Álvarez” por fin puso rumbo a Cádiz, llegando a la Base Naval de Puntales, Cádiz, varios días más tarde, a principios de marzo de 1971.”

“A partir de nuestra llegada a España hicimos varias navegaciones por el Mediterráneo, transportando a la Legión Española desde Melilla hasta Málaga para la Semana Santa de 1972 y navegando también a Almería, Barcelona, Mahón y Palma de Mallorca. Cuando me licencié de la Armada Española en enero de 1974 el “Martín Álvarez” se encontraba en dique seco en el Arsenal de La Carraca, tan plagado de cucarachas como estaba la “Villa de Bilbao” durante mi época en ese barco.”
‘Txatxe’ Chica, 2º/83.
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Sobre el autor
Eduardo, realmente he disfrutado leyendo y publicando esta emocionante Historia, ha sido muy gratificante y siento una gran envidia, envidia sana por las experiencias que has vivido, y que son las que hubiéramos deseado tener muchos de los que hicimos la mili en la Marina.
Muchas gracias por tu personal “Historia de la puta mili”.
Salve Hermano.
Muy buena historia de una persona
Gracias por tu comentario, espero que sigas visitando este blog porque gracias a vuestras colaboraciones voy añadiendo más cosas que espero que sea del agrado de todos.
Sí que me acuerdo de Eduardo, si bien me acabo de enterar de su nombre porque siempre lo llamamos “Flipper”, malagueño y que consiguió comprarse una Montesa con la que se iba franco-ria a Málaga.
También me acuerdo del cabo Molina que creo era de Ceuta.
Por mi nombre seguro que no me asocian, pero en la Etea yo era el monaguillo y en la L 12 mi taller daba al CIC, mismo encima de la estación de radio. Yo era cabo segundo electrónico.
Eduardo, muy buen comentario el que has elavorado de aquella singladura, no creo haya un cuaderno de bitácora tan detallado como lo que comentas.
Yo cambié de profesiones varias veces (electricista, empresa de fontanería, materiales de construcción…) aunque al final fuí a parar a la Banca con varios destinos y categorías en la provincia de Ourense, fueron 36 años solamente. En 2012 me prejubilé con 58 recién cumplidos y a los 63 pasé a ser pensionista.
Sigo manteniendo contacto con tu vecino de Málaga, Jose Luís Coca Alarcón, al que tuve la oportunidad de visitar en esa ciudad en el año 2013. Un abrazo.
Eduardo, ha sido un placer poder leer lo que tantas veces me contó mi padre. En aquella época, salir del pueblo era todo un logro, más aún ir a Estados Unidos. Mi padre se llamaba José Martínez Sorribas, y compartió ese viaje y vivencias que cuando éramos pequeños nos contaba con orgullo. No tiene fotos de la época, pero he visto las tuyas con gran emoción. Muchas gracias por compartir. Un saludo
Hola, hace cuatro años que falleció mi marido radio telegrafista de la Armada. Esas vivencias siempre las contaba. El fue a buscar el destructor Blas de Lezo ( nombre con el que bautizaro a los ” barquitos ” de la segunda guerra mundial que los EEUU. vendio a España Y que tantos problemas dieron para ” modernizarlos” . Tengo algunas fotos de su época y sabía de una persona que tenía un equipo de radio telegrafista que fue usado en la Segunda Guerra y luego en algún barco. Esa persona vivía en Cartagena y no se si aún vive.
Enhorabuena por vuestra experiencia.